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Aprende Inglés en 3 días

Aprender inglés con mister Thomas en tres días cuesta 24.000 euros

O español, francés, portugués..., alguno de los 11 idiomas que domina el profesor más célebre del mundo, Michel Thomas. Este judío polaco de vida novelesca aplica un misterioso método rápido cuya efectividad han comprobado actores como Alfred Hitchcock, Grace Kelly, Woody Allen o Mel Gibson. ¿La fórmula? Básicamente, relajarse y dejar que la estructura del idioma nos “posea”. Lo asegura quien recuerda todo lo que vio desde la misma cuna.

por CARLOS FRESNEDA

Michel Thomas es hombre de muchas vidas, tantas como lenguas habla. Once. Su verdadera edad es un enigma, comparable sólo con el misterio de su método para aprender idiomas en un tiempo récord. Tres días.

Digamos que Thomas ronda los 90 años, que se llamaba al nacer Moniek Kroskof, judío polaco, que emigró a Alemania, huyó a Francia con la llegada de Hitler y pasó varios meses en un campo de concentración. Logró escapar, se pasó a la resistencia y se unió después al Ejército norteamericano; cazó nazis durante una temporada y finalmente se estableció en Hollywood, a tiempo para enseñarle francés a Grace Kelly, antes de convertirse en Gracia de Mónaco.

Pongamos que Thomas es un superviviente nato, escurridizo, camaleónico, que se midió cara a cara con Klaus Barbie, el carnicero de Lyon, y adoptó decenas de identidades falsas hasta encontrar la definitiva. Aunque cuando llegó a California (EEUU) como un inmigrante más, para dejar atrás la devastada Europa, no tenía muy claro el guión.
Su único consuelo, después de sufrir en carne propia la barbarie del hombre, fue un perro, Barry, adiestrado por las SS para matar y reeducado por él mismo en uno de esos prodigiosos experimentos que fueron marcándole el camino... “Llegué a Estados Unidos desorientado y deprimido, sin saber muy bien qué hacer con mi vida... Entonces, escuché a un psicólogo que dijo: ‘La capacidad del hombre para aprender no tiene límites...’”. Se me quedó grabado y decidí poner en práctica aquella idea, empezando precisamente por lo que nos resulta más extraño: una lengua extranjera. Yo hablaba ya unas cuantas, así que no me fue difícil”.

Tuvo que cambiarle el letrero a su academia de idiomas, El Políglota, porque nadie lo entendía. Su nombre, Michel Thomas, empezó a circular, sin embargo, de boca en boca, con ese aire de galán de Hollywood y esa aureola de héroe que le lleva persiguiendo toda la vida. Entonces se llevaba el francés, y por sus manos pasaron Alfred Hitchcock, Kim Novak, Natalie Wood, Warren Beatty y tantos otros.

Al cabo de medio siglo, convertido ya en The Language Master o El señor de las lenguas, Thomas hace un repaso a su plantel de primerísimas estrellas: de Woody Allen a Bill Murray, de Priscila Presley a Jane Fonda, y eso por no hablar de su nueva hornada de alumnos de español: Mel Gibson, Pierce Brosnan, Emma Thompson, Melanie Griffith...
Uno llega pues a la escuela de idiomas Michel Thomas en Manhattan sin saber muy bien con quién se va encontrar, si con el intrépido protagonista de Una prueba de coraje (su apasionante biografía), si con un envanecido profesor reacio a revelar su secreto o si con un entrañable, sabio y a veces revolucionario joven de noventa y tantos años. Nos quedamos con su última reencarnación.

Habla Thomas con voz parsimoniosa, templada, babélica. Su acento está tamizado por el abanico de lenguas eslavas, germánicas y románicas que se guarda debajo de la almohada.
–Y cuando sueña, ¿en qué sueña?
–Depende del sueño... Unas veces en inglés, otras en alemán, otras en francés. Me siento más francés que otra cosa. De Polonia no quiero saber nada. Me amargaron la infancia; salir de allí fue una auténtica liberación.

Infancia. Dice, y hay que creerle, que es capaz de recordar todo lo que veía de niño desde la cuna, cuando aún no había aprendido siquiera a hablar. Bucea en el baúl de la memoria y se ve mirando con asombro todo lo que tenía alrededor: una cubertería de plata, la máquina de coser de su madre, “un perro enorme que teníamos”.

Le preguntamos que cómo es capaz de acordarse de esos detalles, y nos relata, como si fuera un cuento, una de tantas historias fascinantes de su infancia: “Yo tenía cinco años, y mis tías me hablaban con ese tono estúpido que a veces usan los adultos cuando se dirigen a los niños, como si fueran tontos... Yo les dije que me hablaran como a una persona mayor, y ellas se reían y le decían a mi madre: ‘Oh, este niño es muy precoz’”.

“Entonces me puse a pensar y llegué a la conclusión de que mis tías habían olvidado su niñez, por eso me hablaban así. Me dije que a mí nunca me pasaría eso, que nunca olvidaría aquel mundo mío de mi niñez. Así que rebobiné e intenté recordarlo todo, desde las sensaciones a los olores de mis primeros días. Con el tiempo desarrollé un método y catalogué mis recuerdos. Llegué a escribir un libro de la memoria, que se perdió al cabo de los años. Pero lo importante es que los recuerdos se quedaron conmigo y mi niñez sigue muy viva... Si uno no recuerda cómo era de niño es que ha olvidado quién es”.

Más tarde, con siete años –Michel rememora otra experiencia que le marcaría–, una familia de pájaros anidó en la ventana de su habitación y, fijándose con ese mágico embotamiento de los niños, fue capaz de darse cuenta de que la madre estaba enseñando a los polluelos a píar en varias tonalidades.

Estaba claro que aquello era un idioma incipiente, o algo que al menos se le parecía. Luego, cuando en la escuela le hablaron de la conducta instintiva de los animales, empezó a desconfiar. “Todos los seres humanos tienen un impulso innato de aprender, algo comparable al instinto sexual o al de supervivencia”, asegura Thomas. “Eso es algo innato, pero el sistema educativo lo mata. Por desgracia, los niños son víctimas de una conspiración”, afirma El señor de las lenguas. “Por ley, tenemos que mandarlos a una institución donde tienen que servir durante años, como si fueran prisioneros, hasta que cumplen cierta edad y son liberados. Los padres y la ley están contribuyendo a esa conspiración. Si lo piensas bien, la única diferencia entre los prisioneros y los estudiantes es que los prisioneros tienen derechos y abogados que los defienden; los niños no, los niños no tienen quienes les defiendan”.

Vegetar. Desde niño, supo defenderse y salirse de los derroteros convencionales. Nunca dejó de sentir la llamada del bosque, la tentación de explorar, de poner a prueba sus límites y dejarse arrastrar por la pasión de su vida: aprender cosas nuevas. “La mayor parte de la gente, por desgracia, se pasa la mayor parte de la vida vegetando”, añade Thomas. “El sistema educativo les margina y les hace creer que no tienen facultades para aprender, cuando es rigurosamente falso. El impulso de aprender sigue ahí, con nosotros, hasta que nos lo llevamos a la tumba”.

Todo esto se lo fue rumiando desde bien pequeño, con aquellos locos experimentos de su infancia que sirvieron seguramente para ir fraguando el método, su método, tan alabado por sus alumnos y tan envidiado por sus competidores.
–¿Nos va a contar el secreto?
–No hay ningún secreto. La primera regla de oro es relajarse, eliminar toda la tensión y la ansiedad asociada con el aprendizaje. Conmigo no hay libros de texto, ni esfuerzo para memorizar, ni deberes. A mis estudiantes no les dejo tomar siquiera notas en clase.
–¿Y la segunda regla?
–Que me sigan de unamanera natural según aprendemos la estructura del idioma y las primeras palabras, que vayan repitiendo conmigo y vean cómo se va absorbiendo e interiorizando, cómo van avanzando y adquiriendo conocimiento.
–Algunos de sus detractores dicen que su método es hipnótico.
–Nada de eso. Mi método es muy natural. Aprenden como aprenden los niños, sin coacciones, avanzando paso a paso. El problema de fondo es nuestro sistema educativo, ya digo, que aniquila el gozo de
aprender.

“No hay malos estudiantes, sino malos profesores”, palabra del maestro Thomas que, por cierto, se cotiza a precio de oro (unos 24.000 euros por una intensa sesión privada de tres días a solas con él). Claro que no todos somos ricos y famosos, y entonces nos queda el consuelo de las cintas, a precios no mucho más altos que los de cualquier método.

Cualquier edad. “Con 10 o 12 horas de grabación garantizo que cualquiera puede dominar la estructura de un idioma y manejarse con un vocabulario básico. Hay que romper con el tópico de que somos demasiado mayores o demasiado torpes para aprender un idioma. El don de lenguas no existe. Cualquiera que hable un idioma, el suyo, es capaz de aprender los que se proponga”, dice.

Le pedimos que enumere las 11 lenguas que domina, pero intenta escurrir el bulto: inglés, francés, español, italiano, portugués, ruso, polaco, checo, alemán... ¿Cuántas nos faltan? “No tiene mucho mérito. Todos los idiomas que hablo son de raíz eslava, germánica o latina... Tienen mucho en común”.

Las cintas de español para ingleses (las de inglés para españoles saldrán este otoño) arrancan ahondando en las similitudes entre los dos idiomas, después de la fase imprescindible de olvido de los rigores académicos y de la reconfortante relajación.
Thomas se hace acompañar por dos estudiantes norteamericanos, colegas virtuales del oyente, que van repitiendo sus palabras en castellano y corrigiendo sobre la marcha las imperfecciones: “To begin immediately (inmediatamente) to trasform (transformar) your vocabulary (vocabulario)”.

“El inglés y el español comparten un porcentaje muy elevado de palabras que nos resultarán familiares si aprendemos la pronunciación”, insiste Thomas. “Nuestro vocabulario activo (active vocabulary) es limitado (limited), especialmente (specially) si usted considera (consider)... La gente no usa más de 1.500 palabras en su vocabulario normal. Si tenemos en cuenta que durante las 12 horas que duran las cintas vamos a aprender o a familiarizarnos con 2.000 palabras, creo que no está nada mal”.

De los sustantivos, Thomas salta a los adjetivos comunes en los dos idiomas (terrible, visible, legible), y de ahí a la letanía de los verbos y a la construcción de frases, donde empiezan a atascarse sus estudiantes de español... “Cuando comprenden la estructura, cuando interiorizan eso que llamamos gramática, todo se va haciendo mucho más fácil. Mi método consiste en desarmar el idioma y construir bloques y más bloques, hasta que el estudiante domina un número suficiente de estructuras y de palabras”.

“Lo que se tarda en aprender tres años en una universidad, con mi método es posible conseguirlo en tres días, con horarios de nueve a seis, como si se fuera al trabajo”, promete Thomas. “Parece intenso, pero los estudiantes no sienten la intensidad; el ambiente es muy relajado, sin libros de texto, sin memorización, sin tomar notas, simplemente conversando y alimentando ese impulso de aprender y aprender. Cuando da la hora, no quieren irse”.

Los competidores ponen en duda los milagros de Thomas, que en más de una ocasión se ha sometido a pruebas académicas para comprobar el avance de los alumnos. La BBC dedicó un programa a los progresos de un grupo de estudiantes del norte de Londres que aprendió a defenderse en francés en apenas cinco días. En Los Ángeles, ha impartido también cursos acelerados en escuelas públicas de barrios marginales, con resultados espectaculares.
Aunque el apoyo más público y notorio es el que recibe de su plantel de famosos, que se incrementa todos los meses. “Aprender idiomas con Michel es como volver a ser un niño que ama el béisbol y lo quiere aprender todo sobre el béisbol”, palabra de Woody Allen. “Yo no fui un alumno aventajado en el colegio, y mucho menos en los idiomas. Creí que nunca iba a ser capaz de hablar ningún otro más que el inglés con acento de Manhattan. Hasta que me hablaron de Michel, y sucedió el prodigio de que aprendí a hablar francés, de pronto, sin el menor esfuerzo”.

Nómina de famosos. Emma Thompson, que llevaba toda la vida peleada con el español, decidió ponerse también en sus manos antes de viajar a Chile para rodar un documental sobre Víctor Jara. “Fue la experiencia más fascinante de aprendizaje de mi vida. Me encerraba con Michel en una habitación y podía pasarme con él 12 horas sin parar, hasta que le decía: ‘Basta’. Tiene la energía de un buey, y es una persona muy enigmática, pero lo que hace no tiene nada que ver con la hipnosis ni con la magia. Lo que hace, simplemente, es meterte la estructura de un idioma en el cerebro y permitirte que tú mismo la vayas desarrollando”.

Melanie Griffith fue una de las últimas en ponerse en manos del maestro. “Me dijo que estaba harta de ir a la casa de Antonio en España y no poder hablar con nadie, porque su nivel de español era mínimo y allí nadie sabía inglés”, recuerda Thomas. “Creo que hizo grandes progresos en tres días, o eso me ha dicho. Tengo un recuerdo muy especial de ella. Es una persona muy cariñosa”.

Mel Gibson también llamó a su puerta para aprender español, hace dos años... “Es un tipo con gran visión de futuro y está convencido de que para moverse con éxito en la sociedad americana hay que ser bilingüe. Acabó tan encantado con los resultados, que a los pocos días me mandó a dos de sus hijos. ¿Cuántos tiene ya? He perdido la cuenta”.

Thomas podría pasarse el día recordando anécdotas de los famosos, pero prefiere hablar de la gente común. Su sueño, dice, es que todo el mundo pueda beneficiarse de ese método que tardó en desarrollar 26 años, y no sólo para hablar idiomas, sino para aprender el inabarcable arco iris del conocimiento.
En otoño se publicará su nuevo libro, con todo –o casi todo– lo que sabe sobre el arte del aprendizaje. Aunque lo que más ilusión le haría es crear un centro piloto, para que los niños de cero a ?8 años puedan cogerle el tranquillo a su método. “Propondría a las instituciones públicas que comprobaran los progresos, y lo utilizaría para revindicar un cambio radical en el sistema educativo... Vamos a exprimir el increíble potencial de la mente humana”.

2 comentarios

diana gabriela reyes gomez -

como puedo aprender ablar ingles

Daniela Lobos -

hola mister quede impactada con todas las lenguas que sabes habla,te encuentro toda la razon con los centros educativos ,termine la escuela y sali sin saber nada de ingles con 4 clases que tenia a la semana no aprendinada y ahora lo necesito ya que me enamore de un ingles y yo soy de chile y no hablo nada en ingles pero el hablo un poquito espanol
bueno no te aburro mas con mi historia lo felicito y seguire con mi enigma de como aprendio tan rapido las diferentes lenguas ...
Daniela Lobos..